Sábado, 15 Junio, 2024 - 18:00 Madrid
Café Libertad 8 |
Mara Belén
Larga canción para la infancia
MARA BELÉN, Mara Belén,
en qué ceniza y viento de la tarde
la juventud se ha ido a posar perdida?
Dime, Mara Belén,
si es ya la noche,
si un hombre puede estar solo y distante,
si es remota la luz, si tiene vuelo.
La luz, Mara Belén, la luz tan tuya
que ahora en los olmos de mi patria falta.
Dime si es hora de morir al sueño,
si el cribazo o la harina o la ternura
han llegado a su edad,
si no hay manera
de ser abierto a blanca mar un río
y en vuelo, lentejuelas, en relumbres
destellando en la cresta de las olas
- dime Mara Belén, belén del sueño -
desvelar la memoria tan luciente.
Mara Belén, Mara Belén, la vida
se ha hecho mayor en nuestro pecho y duele.
¿Dónde se fue el olvido de tus manos,
dónde el amor
de ser mi compañera?
¿En qué polvo de Dios los verdes días
fueron sembrados sin voleo al aire?
Mara Belén, la vida no es ya siempre.
Y ahora querría concederte todos
los extraños juguetes iniciales:
la cigüeña del soto,
el perro de cartón, el sable, el alma,
la guerra aquella de mi padre... El tiempo,
Mara Belén, no puede regresarnos.
Ruego por la amistad.
Veo tus muslos
de niña que se incendia, la dulzura
de tus pechos creciendo, aquella falda
de organdí que partí por hacer ruido,
por hacer pronto y no estar solos nunca,
por no ser hombres de verdad y amarnos.
Ya ves, Mara Belén, por no estar solo
por no ser hombres, oh, quisiera
que pudieras llorar como aquel día.
Cuánta cerilla en vano
he gastado en la noche por oírte,
por regresarme y retenerte pura.
Cuántas y en cuantas más se me perdió el aliento.
Ay, di, Mara Belén,
¿los ricos sueñan,
gastan cerillas en la noche y saben
que el pan mojado en agua es pan de nieve?
Mara Belén, Mara Belén, he ido
quedándome la vida en cada huella,
quedándome la madre y la esperanza,
la fe del corazón y ahora resulta
que en el crecer la pena no concluye.
No sé si de repente es el olvido.
Ya no recuerdo la canción ni el cuento
de aquella tarde gris.
Ya no recuerdo
si has podido crecer, si te caíste
desde la altura aquella de tu enagua
hasta los peces rojos del estanque...
Hay tristeza y azul, se puebla el día
de palomas y otoño.
Desde una hombría desolada tomo
la voz antigua de las tardes nuevas.
Mara Belén, Mara Belén, escucha:
alta es la fe que busca a los amigos.