Escucho a Goyeneche cantar Sur.
“Nostalgia de las cosas que han pasado”.
Y viene tu recuerdo como un tango,
lo mismo, igual, que “una luz de almacén”.
A ti nunca te gustaron. Sonriendo
me decías que los tangos eran tristes
y te hacían llorar.
Te imaginaba
entonces, niña amada, hecha una lágrima,
colgada del suspiro de un viejo bandoneón.
Hoy las cosas, que ya son tan lejanas,
me recuerdan tu nombre que no tuvo
canción para soñar.
Pero esta noche
me viene la nostalgia, los años que se fueron,
la dulzura corriendo por tus venas,
mientras yo malcantaba el viejo tango
asomado a tu oído y a tu piel.
Bendita sea la hora de la ausencia,
cuando todo
es “amargura del sueño que murió”.
Me detengo un instante por las viejas caricias,
la vida devorada
en tu boca. Eras toda
lo mismo que las horas de los niños,
el divino placer de no existir mañana.
No sé si, después de tantos años,
recuerdas todavía
la anhelada añoranza de los versos de Manzi.
Si aún ahora, cuando abrazas un cuerpo,
cuando escuchas un tango, te sonríes
y piensas en el hombre que una noche
quiso ser para ti más que unos versos,
y fue sólo
“arena que la vida se llevó”.
(Los entrecomillados son versos de Sur, de Homero Manzi, con música de Aníbal Troilo)